LA PAZ ESCONDE LA CABEZA

Buenos días de mitad de semana a todos! 

Es miércoles, mitad de la semana laboral, la cuenta atrás para un nuevo fin de semana, un fin de semana esperemos que menos terrorífico y doloroso. Porque sí, han pasado ya cinco días desde los atentados de París y es prácticamente el único tema de conversación que se escucha en cualquier medio de comunicación.

Parece que la guerra entre Francia y Siria ya ha comenzado. Pero no, no es la guerra de Francia, ni siquiera es la guerra de Europa... Es ya una guerra mundial. Francia tomó la decisión de contestar con 20 bombardeos tan solo dos días después de los atentados. Pero esas bombas llevan el nombre de cada uno de los estados europeos, de EEUU... Y ahora también el de Rusia. 

Así que... Sí, creo que la III Guerra Mundial está saliendo a la luz. Y digo saliendo a la luz porque todo esto no es nuevo. Todos los problemas a los que nos enfrentamos no son una sorpresa. Esto es algo que lleva dorándose desde hace mucho tiempo y parece que es ahora cuando los problemas también nos incumben a nosotros, los ciudadanos. Y es cuando nosotros tomamos conciencia, cuando puede decirse que las cosas han salido a la luz.

Y a mí, personalmente me indigna. Sé que la toma de decisiones en momentos tan críticos como este debe ser mortalmente complicada. No me cabe la menor duda. Pero, ¿por qué demostrar nuestra fuerza y entereza haciendo lo mismo que ellos? Y sobre todo, ¿por qué nos parece terrible que en París una noche se inmolen unos tíos, y no nos lo parece cuando los ataques son nuestros y en tierras que parece que consideremos merecedoras de la violencia?

Porque yo no me creo que en esos ataques no muriera nadie inocente. No me creo que sea la única solución y no siento que lo que nosotros -los ricos- hacemos esté mejor, ni sea más ético, ni debamos aceptarlo. NO. Y es que aunque el momento es dolorosísimo, la vida continúa y estoy segura de que NADIE quiere verse inmerso en una guerra que puede llegar a ser interminable. 

La paz mundial puede ser imposible. Y nunca dejará de serlo si no cesamos de generar conflictos basados en intereses fundamentalmente económicos o religiosos y que sin duda no nos hacen ni más felices, ni más inmortales.